martes, 18 de diciembre de 2012

La gran bocina

Al regresar mi voz y mi sentido auditivo, sentí como si el alma regresara al cuerpo. Miré a mí alrededor y quedé extasiado por el paisaje y por la maravilla de concierto que me ofrecía la naturaleza. Un concierto orquestado por el viento al rozar por las rocas y los arbustos de la gran montaña. Una melodía acompasada por miles de sonidos diminutos, apenas reconocibles, pero que supuse que eran producidos por la fauna del lugar. Cerré mis ojos para tratar de percibir cada detalle. La tierra está hablando y nadie parece escuchar- dijo Na-Y-, si pones verdadera atención, si escuchas no solo con tu oído, sino también con tu corazón, oirás los lamentos del séptimo planeta y la voz del que es, fue y será. El poder del verbo es inmenso. En la escala anterior de nuestro viaje con solo decir “hágase tu voluntad” activaste y abriste tu corazón para vibrar n armonía con el universo. Hace un momento, al contestar “yo soy Ian”, abriste el chacra de la expresión divina, porque al nombrarlo él actúa. ¿Al nombrarlo?-interrumpí extrañado- sí, continuó mi acompañante- quizá tu no lo sepas, pero tu nombre significa “Dios Misericordioso”, entonces al decir “yo soy Ian”, lo que en realidad pronunciaste fue “Yo soy Dios”. En este mismo lugar Moshé lo escuchó decir siglos atrás “yo soy el que soy” para después transmitirle los preceptos que nadie parece entender. Entonces comprendí que estaba parado en el mítico Monte Sinaí y cómo este lugar sagrado estaba relacionado a la expresión divina. Na- Y sonrió, y cómo si adivinara mis pensamientos, me aclaró que el quinto biogenerador estaba constituido por como un gran circulo en cuyo interior se trazaba un triángulo cuyas aristas tocaban, además de este lugar, dos sitios más. Me pidió que cerrara mis ojos de nuevo para mostrármelos. Primero me dejo ver un monte cuyas laderas estaban llenas de olivos. Aquí el avatar de la era anterior realizó un pacto con el creador al decir, como tú, “hágase tu voluntad y no la mía”. Al escuchar estas palabras sentí una inmensa paz. El otro sitio-continuó- es uno de los pocos lugares sagrados artificiales. Entonces la imagen cambió frente a mí y pude ver un conjunto de 3 pirámides. La más grande es como la garganta y el oído del planeta, por aquí fluye la verdad hacia el oído de los hombres. Por un lugar similar los Adamus tendrán que expresar muy pronto su nuevo propósito de vida. Aquellos que no han escuchado, no podrán expresar el nuevo pacto para poder regresar al origen. De pronto el silencio volvió, y antes de poder decir palabra, escuché una voz profunda que decía SAT NAM, pero en mi mente resonó “Yo soy la verdad y la verdad mora en ti”.

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