domingo, 13 de enero de 2013

La moneda



Mi padre salió del trance y la expresión regresó a su rostro. Otra expresión, no la de antes. Sus ojos brillaban y una gran sonrisa se dibujaba en su cara. Sin decir palabra recorrió la breve distancia que nos separaba físicamente y me abrazó por primera vez en toda mi vida. Luego rompió el silencio dirigiéndose a Na-Y, -no sé quién eres y no me puedo aun explicarme como esto está sucediendo, pero me has quitado un peso que cargaba desde hace mucho tiempo- dijo emocionado y luego, con el gesto de quien recuerda algo súbitamente, salió en carrera de la habitación diciendo- tengo algo que creo que deben tener. Na- Y sonrió y me dijo muy quedo “es momento que tengas el sello”. Antes de que ludiera articular palabra, mi padre regresó y me entregó una pequeña cajita de madera. Al abrirla encontré una moneda, al parecer de oro. La cara a vista tenía grabada una especie de cruz, una suástica delgada cuyos extremos, que apuntaban a la izquierda,  parecían coronados por 3 pequeñas estrellas. Al reverso tenía grabada una espiral de fuego. La dirección de la espiral era en contra de las manecillas del reloj. Ella la tenía apretada entre sus manos el día en que naciste-dijo mi padre-, a ella se le fue dada como parte del pacto que hizo- dijo Na-Y- y ahora llega a tus manos, en los próximos días se te revelará el uso que debes darle, ahora es tiempo de descansar, porque mañana nuestro viaje continua. Ya solo y recostado en mi habitación tomé la moneda entre mis manos y la puse pegada a mi pecho. Un calor y una luz intensos empezaron a desprenderse de ella, tan fuerte que tuve que soltar la moneda y dejarla sobre mi pecho. En la intensa luz se formó, como holograma, el rostro de mi madre, quien con una voz dulce me dijo- el fin de la polaridad está cerca, para que eso suceda deja que el sello te guíe al sexto sitio, ahí te reunirás con los otros 3 elegidos, que tu juego interior nunca repose. En un instante el calor y la luz desaparecieron y me dejaron sumido en un profundo sueño.

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